Friday, February 8, 2013

De babosos y falsos ecologistas (I)



 Publicado en Plaza Pública el 17 de septiembre de 2012.

Debe ser prioridad todo lo que contribuya al buen manejo y uso sostenible del medio ambiente.   Afortunadamente, el interés en estos temas está aumentando, aunque sin la velocidad necesaria ni el conocimiento de las buenas prácticas.  Abundan los entusiastas, aunque con frecuencia, resultamos haciendo más mal que bien, a pesar de nuestras buenas intenciones.  

El tema es un pozo profundo y en esta oportunidad voy a mencionar un solo aspecto: los inescrupulosos que coluden para sacar provecho a las buenas intenciones del público.  Los falsos ecologistas que nos agarran de babosos en el tema reciclaje.

Un ejemplo: algún empresario consigue un cliente para plomo.  El comprador no es un entusiasta ambiental, es otro empresario que sabe que el plomo de extracción minera está muy caro.  El empresario necesita una buena fuente de plomo, y ¡Qué mejor que obtenerla gratis!  Así que organiza una empresa, ONG, campaña cívica etcétera para obtener viejas baterías de automóvil.  Se anuncia como defensor del medio ambiente, y nos ofrece reciclar “gratis” nuestras baterías (o computadores, teléfonos celulares, televisores etc. según sea el material que desee recuperar).   Nosotros pensamos que hace bien deshacernos de esa molesta basura y que, de ganancia, contribuimos a la conservación del ambiente.

La batería o acumulador va entonces a una pequeña fábrica, posiblemente sin los estándares industriales necesarios.  Más bien, es un pobre deshuesadero.  La batería será despedazada y el plomo recuperado.  Los desechos del proceso son: ácido sulfúrico (contaminante del agua) y plástico (de milenaria duración en el ambiente).  Nadie nos informó que desea el producto para recuperar un solo elemento.  

De los televisores y otros electrónicos se recupera estaño, oro, plata, cobre, plástico (aunque muchas “recicladoras” se especializan en uno o dos elementos).  Lo demás  quizá  vaya a un vertedero público o clandestino, o sea exportado hasta terminar en países asiáticos y africanos, depósitos de basuras tóxicas o sin valor comercial.  Allá extraerán elementos de menor valor - el incentivo que se les ofrece-.

No basta con tener buenas intenciones en este tema.  Hay empresarios de que ven en esto una buena oportunidad de negocio y una contribución social, lo que es bueno, pero  no  suficiente.  Empresarios y propietarios de la basura deben conocer con exactitud qué pasará con ésta, y tener garantías de que no se causará daño ambiental o abuso laboral (el trabajo infantil y riesgos de salud resultan ligados al tema).  Si no, es mejor que el desecho continúe en el mismo rinconcito de casa.

Nosotros somos los propietarios de los desechos y tenemos obligación de exigir pruebas del buen uso que se les dará.  Al fin de cuentas,  estamos regalando materia prima.

Otro engaño se da cuando la inocente campaña busca recolectar papel, plástico, aluminio etc.  y en el medio hay un intermediario sacando provecho de nuestro esfuerzo o aparente generosidad.  ¿Cuánto va a pagar la recicladora por la tonelada de papel o latas que nuestros niños salen a recoger en campaña cívica?  ¿Qué uso se le dará a ese dinero? ¿Hay alguien haciendo plata como intermediario, o una recicladora que se frota las manos porque obtuvo materia prima a menos del precio de mercado?  Aquellos son los falsos ecologistas y nosotros, los involuntarios babosos.

Hay situaciones peores: cuando los políticos descubren la mina de oro que es este asunto, y legislan para extraer y usar dinero de impuestos con el pretexto de proteger el ambiente.  Pero ese es el tema del siguiente artículo.  Si éste le ha gustado, por favor comente y recomiéndelo a otros, necesitamos destruir mitos y educarnos en el tema.  Muchas gracias.

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