Wednesday, December 10, 2008

Breve comentario sobre las propuestas de ProReforma

La organización ProReforma está promoviendo por los medios de comunicación masiva (periódicos y televisión) la participación ciudadana para impulsar un paquete de reformas a la constitución, que incluye una transformación de la estructura de gobierno (creación de una Cámara de Senadores, entre otras cosas). También propone cambios en la estructura de los tres poderes del Estado (ver www.proreforma.org.gt/).

No intento abordar el tema completo en este medio, sino responder al ingeniero agrónomo Félix Medrano, quien pide una opinión al respecto. Dejo aquí solo algunas líneas generales de razonamiento.

La sociedad guatemalteca cuenta al momento con un número incalculado de normas y disposiciones que no se aplican. El texto constitucional es bastante completo (no digo que sea perfecto, deba ser inamovible o satisfaga los deseos e intereses de todos los grupos sociales), y hay leyes casi para todo. El gran problema es que no se respetan. La actual Constitución debiera ser suficiente para que vivamos en un Estado de Derecho, pero cualquiera la viola mientras la sociedad parece imperturbable.Hasta aquí dejo esta línea de razonamiento, agregando la pregunta: ¿Somos tan ingenuos para creer que un cambio en la Constitución va a llevar este país por el camino de la paz y la gobernabilidad? Desgraciadamente, yo no lo creo.

Una reforma constitucional no es un asunto de pocos. De los cambios contenidos en la propuesta de ProReforma, algunos me parecen adecuados y otros no. El problema es que si solo puedo participar suscribiéndome a lo que otros ya decidieron, pues no me interesa. Por difícil que sea en la sociedad guatemalteca, hay que discutir y tomar en cuenta las opiniones de los demás. Sea en un bando o el otro (no se salva nadie en esta sociedad bipolar), estamos acostumbrados a descalificar (de preferencia si es con falacias ad hominem) a quienes no piensan exactamente igual que nosotros. Demonizamos a cualquiera por el menor disentimiento, y de allí que no podamos generar consensos grupales, mucho menos sociales. Sin embargo, ante asuntos de semejante envergadura como cambios a la Constitución y la estructura del Estado, se necesita la penosísima apertura y discusión. Lo que propone ProReforma no es resultado de un proceso semejante. No me siento representado a un punto razonable

En Guatemala ha gobernado una corriente de pensamiento político-económico que propone la reducción del rol y tamaño del Estado (ideario apoyado por el llamado “Consenso de Washington”) donde el Estado queda limitado a la función de regulador y árbitro de conflictos (aunque sostienen que el mercado no debe ser sujeto de la regulación del Estado). A esta propuesta le ha faltado una dimensión social integradora, y la crisis económico-financiera global es una prueba irrefutable de que ese modelo ha sido un fracaso, y que la privatización de beneficios y socialización de pérdidas no es una opción para terminar con la pobreza. Esta misma corriente de pensamiento y sus operadores orgánicos promovieron en la década pasada la reducción a su mínima expresión del MAGA –para tocar un ejemplo en el campo de los ingenieros agrónomos- lo que creó una institución de apoyo a los pequeños y medianos proveedores de productos agrícolas de exportación, dejando por fuera a todos los no competitivos (medidos por los parámetros de la competitividad para la exportación), que desafortunadamente son la mayoría. Por ello, sin que una ley particular lo decidiera, la sociedad encontró como válvula de escape la migración masiva y la integración a muy efectivas redes de protección social, desafortunadamente de carácter ilícito (servicios a la industria transnacional de las drogas). Quienes no pudieron hacer ni eso se quedaron viviendo y reproduciendo miseria, desprotegidos por un Estado con mandato constitucional de garantizar su bienestar. Lo anterior no es un análisis de la problemática, y lo dejo hasta aquí para no desenfocarnos del tema principal.

Esta corriente de pensamiento que menciono en el párrafo de arriba tiene en Guatemala abogados permanentes, que impulsan sus ideas desde la cátedra universitaria y los medios de comunicación masiva. Estos apoyadores del neoliberalismo son las mismas personas que conforman la Junta Directiva y cuadros de apoyo de ProReforma. Puedo conceder que sinceramente crean en lo que propusieron como modelo político, económico y social para Guatemala en el pasado y presente, pero no puedo concederles la razón, a la luz de la irrefutable situación nacional. Por lo anterior, no firmaría así por así en apoyo de su propuesta sin antes conocer su análisis y conclusiones sobre el efecto de sus doctrinas. No tengo además ni una sola señal, mucho menos evidencia, de que tengan una nueva propuesta socio-económica.

Para mencionar algunas de las cosas que no me gustan en la propuesta, tomemos al Organismo Judicial. Se propone un OJ que interfiere en TODOS los conflictos, nacionales e internacionales (entre otras consecuencias, la política exterior queda en buena medida sujeta al OJ); un país que desconoce la legislación internacional (y por tanto, los acuerdos y convenios de cualquier índole) si a juicio del OJ es contraria a la Constitución; una Corte Suprema de Justicia integrada por magistrados vitalicios (o sea, hasta que se mueran): el OJ envía su presupuesto al Organismo Ejecutivo y este, con impedimento constitucional para hacer cualquier ajuste (no importa que no haya dinero), lo envía al Organismo Legislativo para su sanción. Es decir, un Organismo Judicial omnipotente y omnipresente; un desplazamiento del eje de poder para favorecer a un organismo del Estado sin mecanismos de auditoría económica, política y social. Quién controlaría al OJ? Principalmente los magistrados vitalicios.¿Y quién escoge a los magistrados vitalicios? ¡Allí está el detalle! En otras palabras, no habría que seguir combatiendo en campañas políticas cada cuatro años. Basta con dar un buen golpe al momento de elegir a los vitalicios y nos quedamos tranquilos, ya solo cuidando del bienestar de los 15 virreyes. Si los funcionarios del Ejecutivo se desvían un poco de la línea, pues al banquillo de los acusados, sin que valga el argumento de la independencia entre poderes. Si yo puedo conceder que estas personas han sido bienintencionadas en sus propuestas para el desarrollo integral de Guatemala, a cambio tendrían que concederme al menos que tengo razones para desconfiar del éxito de sus reformas.

Finalmente, creo que el cáncer de Guatemala no se encuentra en sus leyes. Tiene dos tipos de células patógenas incontroladas: los partidos políticos y la convicción de las personas de que “si no lo hacés voz (robar lo que está a la mano), de todos modos otro lo hará, así que pensá en tu familia y dale viaje”. ¡Hasta nos sentimos hombres y mujeres responsables cuando abusamos de nuestra posición en el gobierno o alguna empresa!

Sobre los partidos políticos, la situación es clara. Son ellos quienes definen las políticas, aprueban las leyes y ponen a los funcionarios (¡no los organismos del Estado!). Si el caudillo de un partido vende las candidaturas y no tiene escrúpulo alguno para aceptar financiamiento de donde sea al costo de después hablamos, obviamente estará dominado por gente esperando su momento para depredar, mientras una minoría con buenas intenciones lucha tenazmente por sobrevivir en la vida partidaria. Finalizada la campaña, hay que pagar las deudas. Se pagan con: favores para eliminar empresas de la competencia, puestos de gobierno, contratos de bienes y servicios, subsidios con dedicatoria, acceso a fondos públicos deliberadamente sin control. A eso le llaman realidades de la política y aplicación de las doctrinas de Maquiavelo, lo que lleva a los marchantes de la política a pensar que poseen talentos extraordinarios. ¿Podemos imaginar un partido político que llegue al poder sin deudas? ¿Un partido que elija a los funcionarios estrictamente por su calidad, no como los cócteles actuales que son una mezcla de todo? Pues bien, el día que tengamos una verdadera reforma del sistema de los partidos políticos, y que sus líderes establezcan estrictas normas éticas entre los afiliados, ese día principiará el verdadero cambio. Esa es la reforma a la que me suscribiría de inmediato, no al cambio de leyes que nadie ha respetado por otras que tampoco respetará porque el sustrato ético y moral no cambia. Los agrónomos sabemos mucho de relaciones agua-suelo-planta, ¿no es verdad? Entonces comprendemos el concepto sistémico. Las leyes son solo un elemento del sistema nacional, y no el más urgente en este momento, salvo contadas excepciones.

Friday, November 21, 2008

¿Manifestación o manipulación?

El pasado martes 18 de noviembre la televisión y el diario vespertino La Hora reportaban que la ciudad capital de Guatemala había presenciado una multitudinaria manifestación de ciudadanos. Por las imágenes presenciadas, diría que se trataba de indígenas campesinos; hombres y mujeres. Es decir, personas que cargan encima ignominiosamente un doble y hasta triple estigma; el fondo de la olla social, los tontos útiles por virtud de su número e ingenuidad; el capital político, dicho en términos de voto obediente y no beligerante; la carne de cañón.

¿Qué hacían en la ciudad? Nada mejor que preguntarles, y eso fue lo que algunos medios de comunicación hicieron, y lo que yo mismo confirmé a través de personas que estuvieron presentes. Un amigo, profesional universitario y líder del movimiento Maya se encontró con varios de sus paisanos en el centro de la ciudad y les preguntó qué hacían. “Venimos a apoyar …y a pasear” dijeron con cierta ingenua picardía. ¿Qué venían a apoyar? No estaba muy claro. Muchos de los entrevistados respondieron, palabras más palabras menos, que protestaban contra la pobreza, para vivir mejor, obtener ayuda del gobierno y en el caso de los maestros, para obtener mejoras en su sector.

Pocos dieron la respuesta precisa que se podía decir de muchas maneras: otorgar respaldo al Organismo Ejecutivo/Presidente para que se apruebe un aumento al presupuesto del año 2009.

A la imprecisión en las respuestas y el desconcierto de los mismos manifestantes se unen ahora acusaciones documentadas de que la manifestación fue por acarreo, como se le llama a la vieja y mañosa práctica de organizar excursiones multitudinarias con promesas de recibir alimentación gratuita, ser tomados en cuenta si se consigue lo que se va a solicitar o simplemente cobrar deudas por bienes y servicios brindados, como si se tratara de favores del gobierno y no de su obligación constitucional. A la acusación de acarreo, que significa engaño y manipulación, se suman evidencias de que los gastos corrieron por cuenta del Ejecutivo. Ese es un delito llamado malversación de fondos. Además, se trató de un acto en el que un organismo del Estado coacciona –interfiere- con otro.

Por un momento dejemos a un lado el asunto del acarreo y malversación de fondos públicos, así como la interferencia entre poderes. Me preocupa que se cumpla la profecía del ministro de Finanzas Públicas (un profesional de brillante trayectoria) cuando advertía que de no aprobarse el presupuesto solicitado “se llegaría a una situación de ingobernabilidad”. Creo que no quiso decir eso, sino estaba amenazando con movilizaciones públicas si el presupuesto solicitado no era aprobado. Me recordó a Efraín Ríos Mont, cuando previo al jueves negro dijo que “las cosas se podían salir de control”.

Esta no es una homologación maliciosa, sino un llamado a la reflexión. En ambos casos, se pretende conseguir un objetivo a través de lanzar las masas a la calle. Y eso es precisamente lo que me preocupa.

Cualquiera que conozca medianamente la historia de Guatemala sabe que es práctica común infiltrar una manifestación de este tipo. Un solo disparo, una pedrada en una vitrina, un empujón brusco y todo aquello se vuelve un infierno. Si el gobierno realmente está luchando por los pobres, sabe que los enemigos son muchos y tienen suficiente capacidad para convertir una manifestación en una carnicería humana. Todo esto se presta además para continuar incubando la ingobernabilidad ¡desde el mismísimo seno del Estado!. Esa es mi gran preocupación: que se siga utilizando a la población ignorante como arma de lucha política partidista, y nos sigamos acercando más y más a la condición de Estado Fallido por iniciativa del mismísimo Gobierno de la Esperanza. Nadie que actúe de esa manera puede hablar de solidaridad y justicia. Nadie que recurra a eso puede mantener su autoridad moral, hablar de juego limpio y esperar apoyo cuando verdaderamente lo necesite. El despliegue del martes 18 fue totalmente innecesario en cuanto a influenciar al Legislativo; un mal parido golpe mediático; una provocación bravucona a la oposición; pérdida de autoridad moral y un triunfo de la prepotencia sobre la inteligencia.

Monday, November 10, 2008

Abusos al consumidor en las farmacias de la cadena Dr. Simi

El pasado 28 de octubre busqué una medicina en la Farmacia del Dr. Simi situada en el Boulevard San Cristóbal, frente al paso a desnivel. La medicina que necesitaba estaba etiquetada en Q.120.00, pero el cajero me indicó que tenía nuevo precio: Q.132.00. Le dije que no podía vender el producto a un precio diferente del etiquetado, a lo que respondió que eran instrucciones de la gerencia general. Como necesitaba la medicina y en la otra sucursal cercana no la tenían, decidí comprarla, pero anotar una queja en el libro de la Dirección de Atención al Consumidor (DIACO), que obligatoriamente debe estar a la vista y disposición del público en cada establecimiento comercial. No tenían el libro. Pagué la medicina y esta vez, a diferencia de docenas de compras anteriores, me extendieron factura contable. Hasta ese día noté que el “ticket” blanco que extiende la máquina registradora tiene el aviso: “Este documento no es factura”.

Regresé a casa a cumplir con lo que es obligación y no prerrogativa de todo ciudadano que se interese por acabar con la impunidad y el raterismo corporativo: denuncié el hecho ante la DIACO por vía telefónica, y me ofrecieron que investigarían en asunto. Dudo que lo hagan, y dudo aún más de los resultados.

Desafortunadamente, a pesar de la buena voluntad que creo que tiene la DIACO, esta no impone sanciones con poder disuasivo ni se constituye en querellante en procesos judiciales. Sus sanciones son apenas poco más que morales, algo así como: “¡No nene!”. Esto se debe a un asunto de diseño institucional (por lo tanto, política de Estado)no a sus funcionarios. Entre tanto, el Organismo Legislativo no termina de crear los instrumentos para una efectiva educación y asistencia al consumidor y usuario; el Organismo Judicial no se interesa en estos casos insignificantes y el Organismo Ejecutivo come en la misma mesa y viaja en las mismas naves de los evasores y especuladores.

Estos últimos, por supuesto, siguen estirando la chamarra en todos los campos posibles. Por algo está tan soplado el mentado Dr. Simi, que además se parece mucho a otro personaje de moda en la política nacional.

Tuesday, October 28, 2008

De cómo y por qué fui parte de la Estudiantina de la FAUSAC

Hace algunas semanas, parte del grupo que en el año 1978 formó la Estudiantina de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala (EFAUSAC) se reunió para saber si aún se reconocían unos a otros, y para realizar dos presentaciones finales, con la sensación de estar haciendo algo histórico (en el universo de la Facultad) y de mucho significado para cada ex-integrante. Nos formulamos varios propósitos, y uno de ellos fue que cada quien escribiera sobre cómo y por qué nos convertimos en "tunos", como se le llama también a los integrantes de una estudiantina o grupo musical universitario. A continuación, mi historia:

Ingresé a la Facultad de Agronomía de la USAC en el año 1976, el mismo del terremoto que el 4 de febrero arrebató más de 20,000 vidas en Guatemala. Estaba recién graduado del Instituto Nacional Central para Varones, acostumbrado a hacer plantones y protestas frente al Congreso de la República (queda uno frente al otro) y muy orgulloso de practicar lo que nuestro himno estudiantil decía:

“Alegre juventud viril
hay en el Instituto;
juventud que sabe luchar,
y mil laureles conquistar.
Alegres demostremos
que somos superiores
y que en nuestros corazones
palpita la fraternidad.”

Lo de superiores se refería a la práctica de valores humanistas, no tenía ningún sentido peyorativo. El espíritu institutero y la identidad “Sheca”, como se le llama a los estudiantes centralistas, eran promovidos como parte de la formación, especialmente porque en 1974 se había celebrado el centenario de fundación y los estudiantes sentíamos verdadero orgullo de nuestra herencia, y responsabilidad por nuestro legado. Fui sheca del primer al quinto año de secundaria, que atravesaron de polo a polo mi adolescencia. Me gradué de Bachiller en Ciencias y Letras en 1975.

El 29 de enero, unos días antes del terremoto y otros después de la lección inaugural en la universidad, me atropelló un automóvil mientras conducía motocicleta. Desde los 16 años tenía un empleo de cobrador, y debía pasar media jornada en las calles, pues la otra era para estudiar. El saldo del accidente lo consideré positivo: el casco protector fracturado contra el bordillo de la banqueta y la clavícula izquierda partida en dos, más algunos rasguños por aquí y por allá. Cuando llegué a la emergencia del Hospital General San Juan de Dios, con mi brazo colgando, dos médicos y una enfermera me revisaron y ofrecieron palabras tranquilizadoras. Uno de los médicos se puso al frente, y me hablaba de la suerte que había tenido al no haber sido arrastrado por el automóvil: preguntó por el color y cilindraje de la motocicleta y alguna cosa que no entendí, porque mientras me hablaba el otro médico salió de mi campo visual y sigilosamente se colocó justo a mis espaldas. Me tomó por los hombros, deslizó sus manos por las axilas y antes de que yo comprendiera la siguiente pregunta o me dierta cuenta de lo que sucedía, colocó su rodilla en mis espaldas, dio un fuerte tirón y llevó los dos hombros bruscamente hasta atrás. El dolor nubló mi vista y me dejó sin voz. Creo que el médico del frente lo notó, porque inmediatamente perdió interés en las motocicletas (quizá padecía déficit de atención). Solo dijo: “Ya están los huesos en su lugar”. Me tocó el brazo en señal de despedida y sin más se dirigió a otra camilla. El médico que sabía lucha libre se puso al frente y dijo: “Así me gusta patojo. Ahora te vamos a enyesar”. No sé qué fue lo que le gustó: el sitio donde había dejados los huesos, el tomar a los pacientes por sorpresa y de esa manera, o que la sala no se hubiera llenado con un grito de dolor y rabia.

La enfermera entró en acción, y me colocó un ocho de yeso que se cruzaba por la espalda sosteniendo hacia atrás ambos hombros, no sin antes dejarme embarrado de yeso por todas partes. Aquel día yo vestía una camiseta blanca con un bonito estampado al frente. Lo recuerdo con claridad porque era de mis favoritas y la gente la miraba con curiosidad cuando a la salida del hospital abordé un autobús hacia a mi casa . En realidad ya no estaba tan bonita, porque en el hospital la habían cortado con tijeras desde el brazo hasta el cuello, por ambos lados, y luego le habían colocado unos pedazos de adhesivo para que no se me cayera. De todas formas, estoy seguro de que si no hubiera sido bonita, no hubiera llamado tanta atención.

A consecuencia del accidente y la recuperación, me perdí los primeros días de clases. Con el terremoto se despertó el espíritu de solidaridad que los chapines siempre mostramos cuando dejamos de apuñalarnos y dispararnos unos a otros, lo que acontece afortunadamente cada vez que nos toca algún desastre natural. La USAC no se quedó atrás. La Facultad de Agronomía decretó que no habría actividades académicas los días viernes, y se organizaron brigadas de auxilio a las poblaciones más sacudidas, literalmente hablando. Viajábamos a distintos municipios a bordo del autobús de la facultad, conducido por don Alex; a quien un día por causa de la aceleración centrífuga, acerté un naranjazo de record mundial en la zona ecuatorial del cráneo; pues los huevonazos de atrás traíamos guerra con los mariconazos de adelante. No sé por qué, ese parecía ser siempre el orden natural de las cosas en aquel autobús. Era como un designio cósmico: alguien de atrás gritaría “maricones” a los de adelante, y estos responderían con: “sho huevones”. No entiendo cómo se reconocían unos a otros, pero siempre se juntaban en las mismas secciones del autobús. Yo sentía más afinidad con los de atrás que con los de adelante.

Aquella vez me asusté, porque don Alex detuvo la marcha y se puso de pie preguntando furiosamente quién había sido. Como asumimos que no se trataba de reconocer el merecido mérito por el bólido perfecto, la guerra se detuvo y todos respondimos con un elocuente silencio sepulcral, que hasta el mismísimo Cardenal Metropolitano envidiaría para una de sus misas. Don Alex dijo entre dientes algo que hasta el sol de hoy no he podido descifrar ni imaginar, además de amenazar con regresarse a la capital si le volvíamos a acertar. Aquel ambiente juvenil era una extensión de lo que se vivía en el Instituto, de los recuerdos más dulces de mi vida.

A la altura ya había descubierto la manera de quitarme durante el día aquel chaleco de yeso y volver a colocarlo por las noches, como si nada. De esa manera, apenas dos semanas después del accidente con la motocicleta, me incorporé a las brigadas de auxilio, mientras que en casa pedía ayuda para acostarme y levantarme pues el yeso me lo impedía. Quien dude de mi historia, solo tiene que tocar mis torcidos huesos de la clavícula izquierda, que nunca retornaron a su posición correcta.

Aquellas brigadas humanitarias me permitieron mantener el contacto con las realidades de las zonas empobrecidas y desamparadas, en una época en que alcanzar la universidad puede hacer que los jóvenes coloquemos todos los reflectores sobre nosotros mismos como resaca del éxito alcanzado, especialmente si somos pobres desahuciados de este privilegio por la misma necesidad de poner pan en la mesa familiar. Además, estas brigadas ofrecieron oportunidades para darle rienda suelta a la alegría juvenil, las bromas entre pares y dispares y la irresponsabilidad calibrada en niveles no dañinos a terceros. Exceptuando a don Alex.

Al año siguiente, las cosas en el país retornaron a la insensible normalidad, y las autoridades de la Facultad decidieron que se debía asistir a clases de lunes a viernes. Pasó algún tiempo en que la rebeldía se impuso, y no entrábamos a clases el quinto día de la semana. En aquel punto, las brigadas humanitarias de los viernes se convirtieron para mí en ocasionales incursiones bohemias a lugares donde, contrario al uso generalmente aceptado, me dedicaba únicamente a conversar bajo la identidad de un estudiante de sicología (y alguna vez como sicólogo libanés, con acento incluido, para seguirle la corriente a un compañero que pensaba que yo estaba utilizando un método novedoso de seducción) y terminaba con el hombro lleno de lágrimas y el alma como más pesada con cada historia que escuchaba. Detrás de aquellas historias siempre había injusticia, crueldad, intolerancia e ignorancia. Ya ni la poesía podía conmigo. Los versos ya no sacaban lo que llevaba dentro y la lucha armada, refugio alternativo de la juventud de aquellos años, tampoco me parecía una opción para seres humanos.

Así llegó el final del primer semestre de 1978. Un grupo de estudiantes había organizado un viaje por Centroamérica, con el propósito –pretexto, pero no hay que andarlo repitiendo por ahí- de visitar todos los centros de enseñanza agropecuaria de la región. La Facultad proporcionaba transporte y un poco de dinero para combustible; nuestra calidad de estudiantes de agronomía nos daba carné de invitación a muchos centros de estudio que nos acogían como huéspedes (cama y comida, todo un lujo); nuestros ahorros o donaciones familiares nos permitieron no morir de hambre y el ímpetu juvenil facilitó el resto. Me enteré del viaje casi a última hora, y logré colarme en el grupo. Como parte de la delegación iba la Estudiantina, que se había formado algunas semanas antes. Yo no sabía sobre ésta, pero el mensaje social que entregaban en sus canciones, la semejanza de ambiente social con el de la época sheca y la posibilidad de expresar mediante el arte la rabia y dolor que llevaba dentro se combinaron para hacerme pedir la inmediata incorporación. En esta perfecta conjunción de intereses y vocaciones, decidí que era una externalidad el carecer de talento para cantar y no tocar algún instrumento.

La estudiantina era un grupo que interpretaba música conocida como protesta, nueva trova, social y revolucionaria. Esto lo combinaba con música guatemalteca, romanticismo tuno y franco alboroto al ritmo de corridos mexicanos. Recuerdo que una vez cantamos "Me caí de la nube en que andaba" con la música del himno nacional, y viceversa. Sale perfecto. Así, el repertorio entretenía a la vez que pasaba un mensaje que gustaba a la gente, porque eramos su voz, y decíamos lo que ellos no se atrevían.

Me uní al grupo durante el viaje a Panamá y al retornar principié a ensayar con la Estudiantina. Me dieron un tambor y logré pasar la durísima prueba de replicar secuencias: “bom-bom-bom” y yo “bom-bom-bom”; “bombom-bom” y yo “bombom-bom”. Luego impresioné a los tunos con secuencias de alto grado de dificultad, como: “toc-bom-toc-bombom-tic-zoom” y otros clásicos. “Como me lo contaron te lo cuento, porque todo cabe en lo posible”: dicen que allí nació la leyenda del Niño del Tambor.

De esa manera, me gané un sitio, o al menos me permitieron ocuparlo. Asumí responsabilidades adicionales como secretario administrativo, y la tuna me dio la responsabilidad de ser el presentador de las canciones, lo que me trajo buena cantidad de acaloradas discusiones internas porque en ocasiones hablaba demasiado contra el sistema, y había quienes preferían solamente la parte musical y las canciones románticas, lo que es absolutamente válido. Creo que ninguno de nosotros fue alguna vez consciente de los graves peligros a los que nos expusimos, como al pasar de los años y ya firmada la Paz me enteraría de primerísima fuente. "Francamente, no entiendo cómo usted sigue vivo", me dijo un general de primerísimo mando en aquellos años. Luego añadió: "¿Todavía canta babosadas?"

Así disfruté la época tuna, que me permitió hacer grandes amigos además de expresar mis desasosiegos internos. El momento de graduación llegó en 1981, y por alguna razón no me despedí ritualmente del grupo (la despedida ritual consiste en interpretarle a quien se va una canción tradicional de despedida). En 2008 y treinta años después, se logró una emotiva despedida colectiva, pues muchos de nosotros considerábamos que el ciclo debía cerrarse para iniciar nuevas aventuras.

Thursday, August 28, 2008

Se desvanecen las pruebas contra MDF y sus cómplices

Pueblo de babosos es que somos, por no decir otra cosa. De dejados, agachados, taimados.

Ahora resulta que esta semana los presuntos propietarios retiraron las computadoras de MDF, la empresa que se puso a jugar con los legales pero inmorales ahorros de ejecución presupuestaria del Organismo Legislativo, con la discreta complicidad de éste. Ochenta y dos millones de quetzales para jugar en los mercados de especulación, que funcionan exactamente como el juego infantil de la perinola (¿quién lo recuerda?): tome el doble, tome el triple, deje todo y coma mierda. Los únicos ganadores fueron los embarrados con comisiones y préstamos provenientes de la cuenta.

El secuestro de las computadoras se logró sin la mínima oposición, con una velocidad ejemplar (¡malaya el sistema de justicia operara así!). Siendo quizá la única prueba forense de la administración de MDF, los registros digitales no tuvieron el resguardo judicial que, por ejemplo, le dan a un automóvil cuando en un accidente hay daños a personas.

El interventorcillo ni chista palabra, sabe muy bien a qué llegó y pronto se irá, con la satisfacción del deber cumplido. Los tres poderes del Estado y los partidos políticos chiflan y miran hacia otra parte, ninguno grita “fábol” ni levanta la mano para que se consulte al “ayman”.

Alguien dijo a los diarios que hicieron una copia de la información en los discos duros. ¿Qué juez dará valor a una prueba que puede ser fácilmente descartable por la sola presunción de manipulación? También secuestraron el mobiliario, y les daba tanta pena hacerlo que seguramente no quisieron dejar alboroto, y se llevaron los archivos llenos. Con el apoyo del Ministerio Público, si puedo creer en las fotografías de los periódicos.

La bien aceitada maquinaria de la impunidad se sigue moviendo, aplastando esperanzas, dignidades y paciencia. ¡Ya estamos en el mundial! El mundial de la inmundicia política. No cabe duda que llegaremos a finales. Pueblo de babosos es que somos, por no decir otra cosa.

Friday, June 20, 2008

Al fin del día (cuento)

—Un-dos-tres, un-dos-tres, giremos juntas sobre los pies. —Los vuelos de la falda que llegaba a media pantorrilla celebraban el movimiento.
—Un-dos-tres… ¡ay!, no me mordás que me duele. Suavecito, ¿sí?
—Solo otro poquito y nos vamos a la camita. Un-dos-tres…
—Muy bien, ahora a dormir. ¿A dormir? —susurró musicalmente.
—A dormir…a dormir…todos los angelitos se van a dormir —continuó Laura, con inmensa ternura—. Vamos, decí que sí: a dormir. Yo quiero dormir. Te debés dormir.
—Angelita de mi vida, estoy cansada. Mirá, mirá —Su índice señaló hacia la destartalada ventana de vidrio—, hasta la luna se ha puesto su sabanita de nubes.
—¡Ay comelona! Te digo que me duele Angelita, no me mordás tan duro. Es hora de dormir.
—¿Ves a Tití? Ya te ganó, el oso pícaro te espera en la almohada. ¿Vamos?
—¿Te gusta tu cena, Angelita? Para vos bebí por la mañana un gran vaso de leche y me comí un pancito dulce. Te tiene que gustar, porque a mi también.
—Tití tiene frío, ¿vamos a taparlo?
—Dice Tití que se siente solito, que te espera.
—A ver, a ver. Sh...sh…sh… —Laura estiró los brazos con la preciada carga hacia la cuna.
—Así mi vida, amorcito lindo. Cerrá los ojitos. Aquí estaré yo, y Tití, y la luna, y el duraznal del patio con todas sus florecitas como ojitos abiertos cuidando tu ventana. Y en los cuatro rincones del cuarto, el niñito Jesús, que nos cuida y quiere a todos.
—Sh…sh…sh… —Laura se sentó en la silla de madera al lado de la cama.
—Mirá si de verdad nos cuida, que hoy la patrona me regaló leche y pancito dulce para ti. ¿Te gustó verdad? ¿No estaba más rico que las tortillas de ayer?
—Mirá si me querrá, que estoy aprendiendo a escribir tu nombre. No Rogelia, como quería mi mamá, sino Angelita, mi Angelita de Dios.

Ya no pudo más, encogió las piernas sobre la silla, tomándolas con su mano izquierda. Colocó su brazo derecho sobre el respaldo, inclinó la cabeza sobre el brazo y se durmió, arropada en su amor.

Friday, June 6, 2008

Más allá del linchamiento político

En la primera semana de junio del presente año, el Dr. Eduardo Meyer Maldonado, presidente del Congreso de la República, denunció ante sus colegas y la opinión pública el traslado secreto de Q82 millones (más de 11 millones de Dólares) de fondos públicos en custodia del Congreso a una corredora de bolsa que según los medios de comunicación, ofrece comisiones bajo la mesa a quienes les hagan llegar semejantes capitales. La empresa invierte en mercados de alto riesgo, y no goza de la garantía de una financiera legalmente autorizada, ni está fiscalizada porque no existe un ente regulador de estas empresas de bolsa. Según los congresistas, los fondos fueron invertido sin su autorización, siendo responsable del manejo financiero la Junta Directiva. Esta, a su vez, dice que el movimiento lo autorizó inconsultamente el Dr. Meyer Maldonado, quien niega el cargo y apunta hacia el Director Financiero y su ex Secretario Privado (pariente político además, según el Partido Patriota), despedido a principios de mayo y fugado del país horas antes de que se presentara la denuncia. ¿Quién no querría de asesor a semejante adivino?.

El movimiento financiero no se pudo haber realizado sin la firma del diputado Meyer Maldonado. Más allá de la resolución del misterio, este resbalón (está por conocerse la dimensión del sopapo) es para sus opositores como atinarle al imposible Bingotón Millonario. Y vaya que “te cambia la vida”.

Inmediatamente han llovido sobre el Ministerio Público denuncias en contra del diputado Meyer Maldonado, se le ha pedido públicamente la renuncia y el partido que lo llevó al Congreso prefiere no incurrir en los costos políticos de su defensa.

Lo que nos gustaría ver a los guatemaltecos es que este destape vaya más allá del linchamiento político del miembro de la UNE que preside el Congreso, y se extienda a algunas cosas de fondo y substancia. Lo primero es que el mismo congreso multipartidario que hoy exige unánimemente la reparación de su honra, se sirva dar trámite inmediato a las leyes que permitan controlar y no solo registrar a Bolsa de Mercados de Futuro S.A. y empresas similares. Segundo, la transparencia y acceso a la información sobre el manejo de recursos del Congreso no debe ser una dádiva ocasional sino una soberana obligación, y para ello solo hay que reforzar el cuadro normativo (¡la tienen fácil los congresistas!). Tercero, deben legislar para que corruptos (políticos) y corruptores (flamantes ejecutivos de empresas privadas) sean igualmente juzgados, y no simplemente castigados con la exposición pública o el despido inmediato (pero impune). Cuarto, no siendo estas inversiones una práctica novedosa en el Congreso, se debe investigar los movimientos de capital en las pasadas administraciones. Solo de esta manera los guatemaltecos veremos en las reacciones de los diputados actuales un verdadero acto de honor, dignidad y voluntad legítima para acabar con quienes confunden lo que es bueno con lo que les conviene.

Monday, April 14, 2008

¿Es apropiado el debate vaso de leche escolar versus Incaparina?

A partir del mes de marzo de 2008 cobró relevancia en los medios de comunicación de Guatemala la discusión sobre el Programa Vaso de Leche Escolar (PVLE), que desde 2005 venía implementando el Vice ministerio de Seguridad Alimentaria (VISAN) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA). La continuidad del programa está en seria duda, y se calienta el debate sobre la sustitución de la leche por la harina nutricionalmente fortificada conocida como Incaparina, al tiempo que saltan las alarmas sobre el problema de la desnutrición infantil.

El somero análisis que se presenta a continuación busca encauzar la discusión hacia la seguridad alimentaria nutricional, y aportar nuevos elementos para la discusión pública e institucional del asunto.

Parece muy sencillo responder a la pregunta: ¿para qué sirve el PVLE? Sobre esto se ha dicho mucho, y según los recientes argumentos recogidos de los medios de comunicación la respuesta es: para reducir la desnutrición de la niñez guatemalteca. Esto es una simplificación errónea y peligrosa.

Para entender mejor el asunto, se analizan a continuación las siguientes vertientes:
a) los programas de alimentación escolar,
b) la desnutrición infantil,
c) la reactivación del sector lechero nacional, y
d) el PVLE.

Los programas de alimentación escolar buscan mitigar el impacto de la desnutrición en escolares de nivel pre-primario y primario, lo que técnicamente presenta dificultades en términos de reducción de la desnutrición. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha impulsado un concepto amplio, integrado y adecuado a la realidad de países como Guatemala: Escuelas Saludables. El enfoque va más allá de brindar alimentos e incluye los propósitos del PLVE: reducir la desnutrición infantil; aumentar la asistencia escolar; disminuir la repitencia y aumentar el rendimiento. El enfoque Escuelas Saludables se extiende a:
ser complementario a los servicios de salud del Estado y Organizaciones Privadas para el Desarrollo (OPD);
promover la participación comunitaria, particularmente de las familias;
aprovechar el rol de los niños como agentes multiplicadores de conocimiento en sus hogares (las buenas prácticas de alimentación, nutrición y saneamiento que aprenden en la escuela pueden ser trasladadas el hogar);
mejorar las condiciones ambientales en las escuelas (¿cuántas de ellas disponen de agua saludable, servicios sanitarios adecuados y en general, condiciones ambientales apropiadas para el aprendizaje de la niñez?);
promover la autosuficiencia (a través de programas como los huertos escolares).

Lo anterior justifica al enfoque Escuela Saludable como el marco para los programas de alimentación escolar, incluyendo el PLVE o cualquier sustituto. El tema de la participación comunitaria nos lleva irremediablemente a pensar en el PRONADE, y la fórmula que gobierno y maestros están constitucionalmente obligados a proponer para incorporar este elemento (claramente del dominio del Derecho a la Alimentación Adecuada).

La desnutrición infantil es un tema en el que Guatemala presenta niveles vergonzosos e inexcusables. Es necesario aclarar que existen diversos tipos de desnutrición infantil, entre ellos: la desnutrición aguda o actual (medida por el indicador peso dividido por talla, o P/T) que causa la muerte si no se atiende rápidamente; y la desnutrición crónica (medida por el indicador talla-edad o T/E), que significa en el caso de escolares que durante la etapa entre el embarazo y los tres años de edad sufrieron daño biológico en cuanto a desarrollo físico (talla) y síquico o neurofísico (que podría medirse con el coeficiente intelectual o IQ) .

El daño causado por la desnutrición crónica es irreparable, y se arrastra por el resto de la vida sin importar cambios positivos de alimentación después de los tres años. Esta desnutrición produce, entre otras cosas, ciudadanos con capacidad disminuida para aprender. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la desnutrición crónica representa “los efectos acumulados a largo plazo de la alimentación inadecuada y las malas condiciones sanitarias, debidas a falta de higiene y a enfermedades habituales en ambientes pobres e insalubres.” Eso refuerza la utilización del enfoque escuelas saludables en vez de simplemente la distribución de alimentos de alto valor nutricional.

La desnutrición global (indicador peso para talla o P/T) reúne los dos indicadores anteriores: desnutrición pasada (crónica) y desnutrición actual (aguda). Los tres indicadores se comparan contra tablas estandarizadas que indican los valores aceptables y los grados de desnutrición.

El PVLE se diseñó basado en un indicador compuesto (indicador de vulnerabilidad, según la memoria de labores del VISAN 2004-2007). No se indica la composición del indicador compuesto, aunque se sabe que lleva un peso muy alto la desnutrición crónica. Esto presenta un claro problema: no se está atacando la desnutrición más peligrosa para la vida del niño, y por lo tanto solo contribuirá a disminuir la desnutrición de aquellos escolares que padezcan de desnutrición aguda al momento de cursar sus estudios pre-primarios y primarios.

Por supuesto que nadie en su sano juicio se opondría a alimentar a los escolares. Sin embargo es necesario tener muy claro que no se pueden esperar modificaciones en las altas tasas de desnutrición crónica pues la edad crítica para ello, como ya se indicó, es entre la gestación y los tres años de edad.

Se cuenta con dos indicadores de desnutrición crónica: aquella en escolares de primer año de primaria (censo escolar de 2002) y la de menores de cinco años (Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil, ENSMI). Como ya dijimos, la edad crítica para evitar la desnutrición crónica es entre la gestación y los tres años, sin olvidar a las embarazadas desnutridas. Sin embargo, los registros de desnutrición crónica en menores de tres años no existen, no son públicos o no son estadísticamente representativos. En el caso el PLVE, la desnutrición crónica se estaría utilizando como un indicador del tipo Proxy (ej: ante la imposibilidad de realizar un censo de población en Afganistán, se utilizaron imágenes satelitales nocturnas, se calculó el número de puntos de luz y se multiplicó por el número de miembros de una familia típica). En otras palabras, el PLVE no nos está llevando a los niños que padecen desnutrición aguda, lo que según la Declaración Universal de los Derechos Humanos no solo viola el derecho a la alimentación adecuada sino también el derecho a la vida de esos niños.

Si además de lo anterior los programas de alimentación ni siquiera se enfocan en los municipios con mayores índices de vulnerabilidad como indicador compuesto, según lo comprueba una reciente publicación del Centro Internacional de Investigación en Derechos Humanos (CIIDH), las perspectivas de tener impacto nutricional se minimizan drásticamente.

En síntesis, el PLVE no es ni se debe confundir con un programa para la reducción de la desnutrición infantil.

La reactivación del sector lechero nacional es un objetivo estratégico para la seguridad alimentaria. Según reportes de la FAO, de todos los productos alimenticios (“commodities”) que sufrieron alzas importantes de precio en los mercados alimentarios durante el último año, la leche tiene el primer lugar, en el orden del 80%. Para el país es importante disponer de una adecuada producción interna de leche y sus derivados; para el consumidor es importante disponer de un producto competitivo que le dé más opciones de selección; y para la cadena de leche es importante que se le brinden las facilidades necesarias para el desarrollo sostenible del sector (para ilustración: la cadena de compone por productores de granos para concentrado, importadores de grano e insumos, industria de concentrado, veterinarios y farmacéuticos, criadores y mejoradores de raza, criadores de ganado para propósitos lecheros y cárnicos, industriales de lácteos, trabajadores de la cadena fría, transportistas y agentes de la cadena de comercialización etc.). Todos los guatemaltecos tienen derechos económicos y sociales, en los que se incluye la libertad para desarrollarse en actividades económicas, más aun cuando se trata de asuntos estratégicos para la seguridad alimentaria. Es decir, el interés del sector lechero es legítimo.

Por lo anterior, como una medida estratégica y buscando un gana-gana nace en 2004 el PVLE como una iniciativa de la Cámara de Productores de Leche, la Gremial de Lácteos y Helados, la Cámara de Comercio y el MAGA. Luego se sumaría el Ministerio de Educación.

Desafortunadamente, la reactivación del sector lechero nacional -violentamente desarticulado en los años 80 por falta de políticas adecuadas- no es cuestión de dos o tres años, aunque los reportes de la propia Cámara de Productores de Leche llaman al optimismo (su boletín abril-mayo de 2008 reporta una producción de 650,000 litros para 2003 y un millón de litros para 2007) . Sin dudas, aunque la demanda para el PVLE constituya apenas el 5% del volumen de producción nacional según se reportó recientemente en un medio escrito, ha de causar mucho desasosiego entre los proveedores de la materia prima saber que cada año hay que sentarse a negociar. Esto es contraproducente para todos.

Es responsabilidad del gobierno y del sector privado sentarse a discutir políticas adecuadas para reactivar, fortalecer y permitir el crecimiento sostenido del sector. Eso sí, ello no debe significar privilegios especiales o medidas que afecten a otros sectores.


El Programa del vaso de Leche Escolar llegó al campo en el año 2005 y se extiende hasta junio de 2008. Según la oficina de comunicación social del MAGA (boletín 50 del 26 de septiembre de 2007), los datos básicos son:

Año Escolares Municipios Departamentos Costo Millones Q Costo unitario Q
2005 165,000 32 4 32 1.30
2006 400,000 87 10 106 1.78
2007 440,000 111 16 112 1.71
Nota: el costo unitario se basa en una distribución efectiva de 149 días al año.

Evaluaciones internas tanto del MAGA como del sector lechero, y otra encomendada a una ONG reportan resultados muy positivos en términos de mejorar la permanencia, asistencia y rendimiento escolar, y no hay razones para dudar de ello. Además, la capacidad del MAGA para movilizar recursos hacia el PVLE es impresionante, así como la tasa de ampliación de cobertura.

Por otra parte, de los 111 municipios atendidos en 2007, solo 23 corresponden al mapa de alta desnutrición crónica en escolares. Esto significa que el programa ni hace aportes nutricionales significativos (para disminuir los índices de desnutrición infantil crónica y aguda) ni llega a los municipios prioritarios. Esto último, debe decirse, puede no ser culpa del programa mismo, sino del clientelismo político (qué Presidente no cae en la tentación de decir, ante una entusiasmada multitud: “les prometo que mañana mismo mandaré repartir leche a los niños en todas las escuelas de este municipio”, aunque después un asesor le diga: “Presidente, este municipio no era prioritario…”).

Los medios de comunicación reportaron durante los pasados tres años que la leche que fue entregada a algunas escuelas no era apta para el consumo humano, aun en casos en que la fecha de vencimiento no se había alcanzado. La escuela de la aldea Chichipac, Rabinal, Alta Verapaz se convirtió en un caso emblemático pues reporto la entrega de leche no apta para consumo humano en agosto de 2005, julio de 2006 y nuevamente en abril de 2007. Por otra parte, el MAGA informó que estaba distribuyendo leche sometida al proceso UTH, que la vuelve inocua y resistente a largos períodos de almacenamiento a temperatura ambiente. Además, casos como intolerancia a la lactosa pueden ser confundidos con consumo de alimentos caducos. Sin duda, estos reportes deben ser estudiados cuidadosamente y los resultados deben darse a conocer al público.

Lo que queda claro es que el éxito del PVLE como apoyo al sistema educativo es innegable, aunque sucumbió en términos de impacto nutricional, tanto por efecto neto del consumo de leche (sobre los indicadores de desnutrición) como en focalización (distribución en los lugares con mayor desnutrición crónica).

No se dispone de información para realizar un análisis económico del PVLE, aunque es evidente por lo ya expuesto que a pesar de evaluaciones positivas, el impacto social no está optimizado. Por otra parte, no se realizó una línea basal (medición de la desnutrición infantil en las escuelas beneficiarias al inicio y cierre del ciclo escolar) que permitiría un análisis más preciso. Sin duda, este último aspecto debe ser corregido cuanto antes.

Todos los puntos anteriores fundamentan las siguientes conclusiones del autor:

1. El debate vaso de leche versus incaparina es incorrecto. Peor aun es discutir si conviene más beneficiar a los “lecheros” o al grupo industrial que produce la incaparina. Esto reduce el debate a una pugna entre dos sectores de la economía, con el gobierno como árbitro. Este debate, además, deja fuera a actores importantes: las organizaciones de Derechos Humanos (está en juego el derecho a la vida, el derecho a una alimentación adecuada, y otros derechos económicos y sociales), los beneficiarios (es parte de los derechos a una alimentación adecuada el que se respeten las preferencias de la población en cuanto a alimentación), los gobiernos locales, las instituciones tutelares de la seguridad alimentaria y nutricional, alguna instancia de auditoría social y quizá algún posible donante invitado.

2. Toda la discusión debe darse en el marco de un programa del tipo escuelas saludables, redefiniendo a los beneficiarios según otros indicadores de desnutrición infantil. El debate frente a los medios de comunicación en términos de combate a la desnutrición infantil no es objetivo, mientras que sí lo sería hablar de objetivos en el sector educación, ampliado a salud y medio ambiente bajo el marco de las escuelas saludables.

3. El producto seleccionado debe ser el que mejor responda a criterios más amplios: costo/beneficio; contribución a un enfoque integral; capacidad real de alcanzar a los beneficiarios y aporte nutricional según las necesidades de los mismos (ha quedado demostrado que geográficamente no son las mismas).

4. Con todo y esto, el Estado seguiría en deuda con la infancia menor de 3 años y no se estarían dando pasos certeros hacia el mejoramiento del capital humano de la nación.

Si no establecemos objetivos apropiados y medios idóneos, estamos dando la espalda a las necesidades de la niñez desnutrida.

Thursday, March 6, 2008

Sobre Colombia, sus vecinos y sus aliados: No se vale...

No se vale … que un país incursione tropas en otro para defender un principio de Soberanía;

No se vale …rasgarse las vestiduras al hablar de Soberanía pero no respetar la del vecino.

No se vale … permitir la presencia en territorio nacional de tropas que luchan por derrocar un gobierno vecino.

No se vale …apoyar política y/o financieramente un movimiento para derrocar el gobierno de un país vecino.

No se vale …actuar “por mis pistolas”, es decir, sin utilizar el ordenamiento jurídico internacional para castigar a un país que esté actuando mal según mi visión política.

No se vale … hablar de integración Latinoamericana a través de tambores de guerra.

No se vale … financiar una guerra de liberación nacional obteniendo financiamiento de cárteles criminales internacionales.

No se vale … pelear contra la tiranía con dinero que corrompe todas las capas sociales de países que llamamos hermanos.

No se vale … enseñar la guerra a los niños, por muy justa que consideremos sus causas.

No se vale … firmar cheques de paz o liberación con sangre o libertad ajena.

No se vale … pelear guerras por control remoto para exportar paz y democracia.

No se vale … recurrir a la retórica escandalosa en momentos en que debe imperar la prudencia, el análisis autocrítico y las salidas constructivas.

No se vale …jugar con cosas que no tienen repuesto ni garantía.

Señoras y señores, simplemente no se vale.

Tuesday, February 19, 2008

Infelices motociclistas

Los motociclistas son considerados una plaga de las calles, y la cantidad de percances que sufren o provocan es de altos índices. Al compartir mi reciente experiencia quisiera modificar algunas actitudes en las autoridades y el público.

Durante mis años universitarios me transporté en motocicleta, hasta que me fue robada por un policía. Pero esa es otra historia.

Veinte años más tarde, decidí comprar una motocicleta recreativa, y aquí principia la tragicomedia. En la Policía Nacional me indicaron que los registros anteriores de motoristas eran manuales y no fueron digitalizados en su totalidad. Para comodidad de las autoridades, debía sacar primera licencia. Me dirigí a la academia Best de Ciudad San Cristóbal. Según el encargado, la licencia costaba Q900.00 y ellos hacían todo. Le dije que yo deseaba hacer los exámenes, así que el costo debía ser menor. Respondió que la única posibilidad era el pago de Q900.00.

Siempre me he opuesto a ser cómplice de la corrupción, así que busqué otro sitio que me practicara los exámenes y extendiera el certificado. En la academia Flores de la zona 7 me indicaron que podía hacer la prueba previo pago de un curso de manejo defensivo. Yo poseo una certificación internacional de manejo defensivo pero para expeditar la licencia me presenté.
Este es un curso interactivo por computadora, sin instructor de carne y hueso. Se reciben indicaciones básicas sobre manejo defensivo (cosa muy positiva) aunque el curso es traducción del preparado para los conductores en los Estados Unidos, así que tuve que aprender cómo reaccionar en tormentas de nieve y otras cosas ajenas a la realidad guatemalteca. Me parece llanamente mercantilista que las academias no lo actualicen a las condiciones de Guatemala.

Además de no haber visto nada sobre manejo defensivo para motociclistas, al finalizar el curso me indicaron que “el compañero que hace los exámenes prácticos de motocicleta no se encuentra, así que como dice que ya maneja, le daremos por aprobada la prueba”.

Que no extrañe entonces que los motociclistas tengan tantos accidentes.

Lector: la próxima vez que desee lanzar sapos y culebras a un motociclista, mejor piense que se trata de una víctima más del sistema corrupto y del poco interés de las autoridades correspondientes.

¿Es Guatemala un Estado fallido?

Es recurrente que en los medios de comunicación nacionales se refieran a Guatemala como Estado fallido, dicho siempre con base en apreciaciones subjetivas e indicadores no medibles, lo que deja el tema como de pura opinión, no siempre libre de polvo y paja.

La institución internacional de investigación Fondo para la Paz y la revista Foreign Policy han propuesto criterios de alcance global para calificar la estabilidad y viabilidad del Estado. Algunos de esos criterios son: corrupción rampante; élites depredadoras que monopolizan el poder (secuestran el gobierno, agrego); ausencia de Estado de Derecho, divisiones étnicas y/o religiosas, violencia y vulnerabilidad ambiental.

Otras características son la falta de control sobre el territorio, monopolio del uso de la fuerza, erosión de la autoridad legítima de los organismos del Estado, incapacidad de brindar servicios mínimos a la población y problemas para relacionarse constructivamente con los países vecinos.

Según los proponentes en un Estado fallido las reformas que se necesitan son muchas y las que se proponen muy pocas. La ayuda internacional y los propios recursos del Estado son malgastados, y las sociedades viven crisis de inseguridad. Esto aleja la ayuda internacional (para no mencionar la inversión interna y externa), pues para que ésta sea efectiva los gobiernos deben funcionar.

Estos países, además, manifiestan extrema vulnerabilidad ante fenómenos naturales adversos, conflictos internos y altos índices de privación económica para la población.

Por tres años consecutivos las organizaciones mencionadas han aplicado un sistema de clasificación con base en la valoración de 12 variables socioeconómicas, políticas y ambientales. Cada variable tiene un valor de 10 puntos, donde 0 significa la mejor calificación y 10 la máxima vulnerabilidad. Entre las variables tenemos: corrupción extendida, comportamiento criminal, incapacidad para recaudar impuestos, falta de apoyo popular, inseguridad institucional y deterioro ambiental. El indicador compuesto se construye con estadísticas nacionales sobre las 12 variables.

El informe de 2007 (http://www.foreignpolicy.com/story) incluye a los 177 países con mayores dificultades. De la calificación máxima de 120 puntos, el primer país, Sudan, tiene 113.7 y Colombia es el país 33 con 89.7. Guatemala es el único país centroamericano en la lista de riesgo, ocupando el número 60 con 81.4 puntos. No es posible hacer seguimiento de su posición en los dos años precedentes pues la cantidad de países estudiados ha ido en aumento.

Lo anterior permite a los guatemaltecos vernos en el espejo del mundo. Nos hace ver, además, que en términos geopolíticos el país puede verse como una amenaza para los otros países centroamericanos, situados fuera del área llamada “de riesgo”.

Existe debate sobre considerar al país Estado fallido. Ello no debe distraer la atención de lo mal que está el país comparado con países de similares condiciones y problemas. Es necesaria la autocrítica y el diálogo respetuoso para encontrar maneras de mejorar la situación, pero esto no se dará sin un extraordinario esfuerzo colectivo. Si hacemos las cosas de la misma manera, los resultados tienen que ser los mismos, dijo más o menos Albert Einstein.