Friday, February 8, 2013

La parábola del buen Barrondo



Publicado en Plaza Pública el 30 de agosto de 2012

Cuando me enteré de la victoria de Érick Barrondo en las olimpiadas de Londres, lo que vino a mi mente fue una paradoja.

 Pensé en marcha, sí, pero no la olímpica.  Una marcha silenciosa, sigilosa, plena de  dolor  y peligros para quienes la practican todos los días: es la marcha siempre al norte,  en busca de siete dólares por hora de trabajo.  Como Érick antes de ser mercadeable,  se marcha ante la indiferencia de todos.  Los que se van son los “shumos”, los “loosers”,  los ” inditos que nos dan lástima”.  

¿Dónde está la paradoja? En que tanto Barrondo y su equipo olímpico como los marchistas migrantes avanzan ignorados, pero consiguen los resultados que los otros no logran a pesar de disponer de recursos. 
Los resultados de los migrantes se miden a través de las remesas familiares.  Este sector de la economía creció hasta 2008 a tasas iguales a las de la milagrosa economía China.  “Por arriba del 20% del PIB”, dijo a BBC la ex ministra María Antonieta de Bonilla.  Luego de una caída en 2009, la recuperación llegó y a julio de 2012 alcanzaba un crecimiento de 8.54%.  Es decir, las remesas familiares crecen anualmente muy por encima del PIB.  Su nivel bruto (4,127 millones de dólares en 2010) equivale al de la carga fiscal.  Es decir, los migrantes contribuyen igual o más que lo que se recauda de impuestos.  En otras palabras, las remesas de quienes emprendieron la denostada marcha han contribuido en mucho a rescatar una economía que no es lo que parece.  Mientras, los gobiernos presumen de su buen manejo macroeconómico, como quienes buscarán ganancias con la medalla de Érick.

Vayamos más allá.  Se estima que el dinero de las remesas es puesto principalmente en manos de mujeres.  ¿Qué destino recibe?  Según la OIM, 50% se usa para consumo directo, 14% para consumo intermedio y 36% para inversión y ahorro.  Esto incluye un gasto de 6% en educación, el sueño de cualquier buen gobierno.
De vuelta a la marcha como deporte, éste no tiene cobertura mediática.  La gente no compra camisetas con el número y nombre de Érick en la espalda.  No hay patrocinadores.  No cierran el periférico ni narran las carreras por la radio y televisión.  Los deportistas no tienen el apoyo que necesitan.  Los dirigentes que los representan se quedan con los mejores boletos y  los mejores viáticos.  Igual que los migrantes, las autoridades que los representan no conocen los dolores de la marcha, simplemente llegaron a su puesto sin que los migrantes participaran en el proceso de selección. (http://www.lavozinmigrante.net/2011/12/cuestionan-eleccion-de-funcionarios-de.html).
De esta manera, se va forjando la parábola del buen Barrondo.   Un ejemplar guatemalteco de cuyos triunfos muchos buscan sacar provecho pero que estuvo solo en su esfuerzo, igual que  1.6 millones de migrantes que emprendieron la marcha y continúan sin el apoyo necesario, como el deporte no mediático.  
Aparte, ojalá que se soslayen ideologías  y se premie el trabajo del entrenador cubano Rigoberto Medina Martin y el equipo técnico detrás de las llegadas al podio.  Según Érick, su entrenador se quitaba el pan de la boca para dárselo a él, a pesar de los atrasos en su paga.  
Esperemos además que nadie esté buscando hacer negocio con los pasaportes que están solicitando los jóvenes migrantes ilegales conocidos como “dreamers”, quienes se aferran a la esperanza de detener las órdenes de deportación que penden sobre sus cabezas.   ¿Cómo  estará apoyando la CONAMIGUA, la Comisión de Migrantes del Congreso y la Dirección General de Migración?
Para finalizar, un saludo y reconocimiento a todos los deportistas nacionales que entregaron todo  en las distintas competiciones olímpicas.  Muchas gracias.

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