Saturday, June 15, 2013

La Teletón es un gran negocio

(Publicado en Plaza Pública en marzo de 2013)



El tema Teletón entra y sale de los medios de comunicación como las estaciones del año.  Tiene simpatizantes y detractores, aunque existe  consenso en que reparte beneficios en muchas direcciones.
En una perspectiva macro, Teletón como práctica social tiene un marco histórico e ideológico.  Pareciera la convergencia de tres fenómenos de nuestros tiempos: Responsabilidad Social Empresarial (RSE), desarrollo de los Derechos Humanos de segunda generación y  emergencia de la sociedad civil para hacer cosas que los gobiernos no pueden o no quieren hacer.

El concepto RSE nació allá por 1950.  Evolucionó hacia varias tendencias ideológicas, de las que cito dos.  Para Milton Friedman y seguidores, hay espacio para la RSE pero como parte del negocio y sin olvidar que “El negocio del negocio, es el negocio”.  Otros, como Eells &Walton la ven como “Preocupación por un sistema social más amplio e incluyente”.

Los Derechos Humanos de segunda generación visibilizan grupos vulnerables y socialmente segregados.  Si hablamos de niñez, encontramos grupos especiales como quienes padecen cáncer, discapacidades motrices, ceguera etc.

Muchas ONG (para ser más preciso, las llamadas Organizaciones Privadas para el Desarrollo) nacen de un parto en la esquina de RSE y DH, bajo un cielo de solidaridad.

La Teletón, nació en Chile (1978) llegó a Guatemala en 1986.  Viene a ser la plaza para que las corrientes anteriores se mezclen en un único, potente chorro.

El secreto del éxito es el gana-gana y como dijera recientemente su fundador, las teletones tienen que ser ejemplo de transparencia.  Su futuro depende de ello.

La Teletón Guatemala tiene por beneficiaria terminal a la niñez minusválida, pero repasemos quiénes más salen transparentemente ganando en este negocio 

Una transnacional monopólica de televisión da aire y pone en vitrina pública a prospectos y estrellas artísticas de su imperio.  Gana visibilidad y simpatía pública y entibia el gélido corazón de  propietarios del espectro electromagnético y recaudadores de impuestos.  Muchas empresas comerciales también embellecen su imagen pública.  La mayoría no pierde de vista a don Milton y nos muestra cómo del mismo cuero salen las correas.

Como la filantropía pública y con nombre propio está de moda entre artistas con asesoría de imagen, disqueras y promotores afiliados ven bien recompensada su inversión, que no es lo mismo que gasto.
La niñez minusválida consigue lo que de otra manera jamás alcanzaría: atención profesional, reconocimiento público y una oportunidad para integrarse a la sociedad como uno más.  Esto, a través de la Fundación pro-Bienestar del Minusválido (FUNDABIEN).

El pueblo,  goza.  Hay espectáculo en vivo y por televisión; la juventud tiene oportunidad de ejercer ciudadanía, colaborar con causas justas, mostrar a los adultos que valen tanto o más que ellos; las almas caritativas pueden sentirse tales sea de manera anónima o pública.
Hasta el Gobierno ha comprendido el juego: el presupuesto nacional incluye una donación permanente para Teletón.  Diez millones anuales, si bien recuerdo.


 ¡La Teletón es un gran negocio!  Un gigantesco tablero gana-gana.
Intencionalmente dejo fuera todo lo que viene atado a la condición humana: los mercaderes del templo.  No viene al caso ahondar en ello, por esta vez.  Pensemos que solo hay buenas gentes.
Guatemala necesita urgentemente acciones de solidaridad, oportunidades de mostrar lo que podemos ser si quisiéramos.  Tenemos tan pocas ocasiones y algunas las estropeamos.  Y como al pueblo hay que darle lo que le gusta, sin más preámbulo paso a proponer que sigamos teletoneando, pero abriendo más la mano.  Que los fondos no sean exclusivos para la niñez minusválida.  Hagamos un milagro de amor,  incluyamos a otros grupos vulnerables (niñez con ceguera, cáncer, abandono/maltrato…).    Tienen la palabra ORITEL y asociados.

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