Monday, February 8, 2010

Entrevista con el Diario de Centroamérica: versión sin cortes por razones de espacio. (Parte 1 de 3)

El 5 de febrero de 2010 se publicó en el Diario de Centroamérica (http://dca.gob.gt:85/diariopdf/20100208_DCA.pdf) una entrevista que cubrió diversos temas. Presento aquí una versión sin cortes por razones de espacio.

Inseguridad alimentaria en Guatemala
La inseguridad alimentaria en Guatemala es un asunto crónico y de raíces históricas, al que todos los guatemaltecos nos hemos acostumbrado, aunque la situación resulte incomprensible a ojos extraños.

Por ejemplo, si trajéramos al país una persona de países como Cabo Verde, Somalia o Eritrea, dirían que no comprenden que este país tenga tanta inseguridad alimentaria (y mejor ni les digamos que presumimos de tener el primer lugar al nivel mundial en cuanto a aviones privados per cápita).

Los países mencionados, por más que trabajen 48 horas al día, no podrán nunca producir los alimentos necesarios para su población. Son estructuralmente insuficientes. Guatemala, por su parte, con 45 por ciento de su población infantil en situación de desnutrición crónica, tiene todo para su autosuficiencia.

A esos hipotéticos visitantes seguramente les llamaría la atención dos cosas: verían una sociedad racista y discriminatoria (si no por asuntos étnicos, por posición económica) y con un contraste entre desnutrición crónica y malnutrición por exceso/inadecuada alimentación. Mientras las escuelas rurales están llenas de niños con desnutrición crónica, los colegios privados lo están de niños obesos.

Desnutrición crónica
El 45 por ciento de los niños de Guatemala padece desnutrición crónica. Peor sólo Haití, pero esa comparación es perversa porque las condiciones y recursos de ambos países no son semejantes.

Los niños crónicamente desnutridos de Guatemala son un milagro de la naturaleza, de la sobrevivencia del ser humano. Piense en los bonsai: tomamos una planta, le amarramos las raíces para que no crezca ni las ramas, dosificamos el agua a niveles de sobrevivencia y como resultado tenemos mini-árboles, con frutos pero incapaces de sustentar.

Nuestros niños crecen con muchas deficiencias alimentarias y nutricionales. Son chaparritos por adaptación biológica, y nunca tendremos a alguno de ellos trabajando como ingeniero de la NASA porque tienen limitaciones cognitivas y de salud. Apenas están calificados para el jornaleo, el trabajo físico no calificado. Eso para algunos puede estar bien, porque garantiza generaciones de mano de obra barata. Como decía el presidente Obama recientemente: hay que empezar a unir los puntos…


La sociedad enferma
La razón de la inseguridad alimentaria en Guatemala subyace en un asunto muy serio, del que ni siquiera nos damos cuenta: la sociedad guatemalteca está seriamente enferma. Le daré algunos ejemplos. Sólo una en una sociedad enferma:

- No existe la carrera de servidor público. Carrera, en el sentido de que el empleado público tiene prestaciones, se desarrolla en el largo plazo, asciende por reglas del servicio civil. En Guatemala, en muchos casos, se confunde servidor público con saqueador de turno. A depredar lo que se pueda porque pronto me quitarán de aquí. El verdadero servidor público, con vocación, es visto con prejuicios y su labor no se reconoce.
- Los partidos políticos son expresiones organizadas de clanes privados y no de ciudadanos en ejercicio de sus deberes y obligaciones políticas.
- Un grupo económico que financia por igual a todos los candidatos presidenciales puede decidir cualquier día que este río me gusta y me lo llevo. Así nomás. Mientras el ciudadano común no puede llevar a su esposa como pasajera de su moto, porque se le considera potencial asesino.
- El Organismo Legislativo, como conjunto, piensa que “halloween” dura todo el año, así que cada día es “trato o truco”.
- El gobierno de turno amenaza con dar a conocer el listado de grandes empresas que se roban los impuestos. Eso no puede ser, si saben quiénes son, deben proceder según la ley, en vez de politizar el tema y convertirse en encubridores, ante la vista y paciencia de la sociedad.
- Se da tanta importancia a las apariencias, como medida de ascender en la escala de “derecho a discriminar”. Gastamos más en ropa y joyas que en mejorar la calidad de nuestra alimentación. Las clases baja y media gastan grandes cantidades en vestuario, aunque se pague por abonos, mientras sus hijos están mal nutridos (por falta o exceso de alimentos). Vea como convertimos a nuestros hijos en extensiones de nuestro ego, y los vestimos con oro (aretes, esclavas, cadenas) cuando ellos ni siquiera pueden entender lo que llevan encima.
- Se desperdician los recursos naturales, notablemente el agua y la energía, sólo porque pensamos que pagar la cuenta nos da derecho a hacer lo que se nos de la gana, sin ninguna responsabilidad para nuestros vecinos o las generaciones por venir. En Eritrea, país de África del Este, llueve en un año lo que en Guatemala en dos semanas. Ahí la pila de patio sería considerada un invento del demonio. Aunque no lo crea, la gente recoge un poco de agua, se baña con ella, la recoge para lavar la ropa, con el agua jabonosa de la ropa lava los trastos y con lo que resulta limpia el inodoro. Eso es impensable en Guatemala, pero podemos llega allí si seguimos como vamos.

CONTINUARÁ

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