Monday, February 8, 2010

Entrevista con el Diario de Centroamérica: versión sin cortes por razones de espacio. (Parte 2 de 3)

Continúa de la línea "Sólo en una sociedad enferma como la guatemalteca..."

-Su gente rechaza lo propio y añora lo ajeno. Lo vemos en nuestra música, hábitos de consumo, hasta en los nombres propios. Vea las combinaciones, y se lo confiesa un “Byron”. ¿Qué parte de la población lleva nombres en inglés y apellidos en español o idioma local? Más importante: ¿Por qué?

-No se cuenta con escritores de tiempo completo y poetas amados.

-Buscamos siempre un culpable externo. Si no son los imperialistas, son los comunistas, o los ricos, o los pobres. Siempre uno de afuera, nunca vemos nuestra responsabilidad personal en los problemas. Vivimos en permanente evasión.

-Se usa la proporción de gastos en recursos humanos de una empresa como indicador de éxito. Mientras menos gaste en eso, más eficiente. El salario mínimo representa, en muchos casos, salario máximo. Todos saben que los salarios mínimos no se están pagando. Pero no hacemos nada.

¿Usted ya fue a tramitar su nuevo documento de identidad? Note que en el formulario hay una casilla para “grupo étnico”. Y la persona que llena el formulario ni siquiera le pregunta por su identidad. Lo llena a discreción. ¿Por qué seguimos en lo mismo? ¿Qué importancia, y más allá, qué interés hay en esto? ¿No son manifestaciones del racismo que el guatemalteco lleva bajo la piel? Y que conste que el racismo circula en doble vía.

En fin, todo lo anterior constituye síntomas de nuestras enfermedades sociales, que lamentablemente no vemos porque ya estamos acostumbrados. Dentro de los males, la falta de solidaridad constituye uno que merece artículo aparte y explica por qué estamos en inseguridad alimentaria crónica teniendo todo para revertir esa situación.

Enfoque para la seguridad alimentaria
La inseguridad alimentaria, aunque se trate de acceso físico y económico a los alimentos, es un tema de humanismo. Note la definición: “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen todo el tiempo, suficientes alimentos inocuos, nutritivos y culturalmente aceptables para vivir una vida sana y activa.” Cada palabra fue bien pensada y discutida, no llegó allí por capricho ni por error.

Como ve, la definición principia por mencionar a “todas las personas” y termina con “vida sana y activa”.

Por lo anterior, considero a la seguridad alimentaria como un asunto esencialmente de humanidad, de solidaridad y responsabilidad ciudadana. El tema económico debe ser sólo un instrumento de la agenda. En el contexto actual se ha manipulado el fin de la economía. El fin último de la economía no puede ser la acumulación de riqueza. Tiene que ser la satisfacción de las necesidades humanas. Hasta el mercado es capaz de comprender eso, somos las personas quienes cambiamos el sentido de las cosas y hasta inventamos desarrollar teologías del bienestar o prosperidad económica. Si quienes debieran concentrarse en las cosas espirituales se preocupan más por la abundancia material, se comprende la extensión del mal dentro de la sociedad.

Lo que nos falta para tener seguridad alimentaria

A Guatemala se le considera un país avanzado en materia de seguridad alimentaria y nutricional. Tenemos una Ley, una Secretaría, un Consejo, un Sistema, instituciones, recursos humanos altamente capacitados y lo más importante, recursos naturales. ¿Qué pasa entonces?

Todo el sistema colapsa debido al carácter “sexi” del tema seguridad alimentaria. Desde sus inicios, ha dominado el conflicto entre el sistema de la SESAN y la ayuda con fines políticos. Siempre ha habido conflicto entre quienes deben atender la SAN como función institucional y quienes la desean utilizar como medio de propaganda y clientelismo partidario. Así no vamos a ninguna parte.

El tema de las transferencias condicionadas (subsidios entregados a la población en vulnerabilidad a cambio de algo que resulte en su propio beneficio) necesita ser revisado. Si una familia recibe un subsidio, debe ser para que mantenga a sus hijos en la escuela (especialmente las niñas, aumentando la proporción niñas/niños); para que construya activos productivos (obra de conservación de suelos, apertura y mantenimiento de vías de comunicación a los mercados, etcétera). No podemos sostener programas de “Alimentos por Aplausos” o cosas parecidas. Debemos despolitizar el tema, evaluar la forma en que estamos haciendo estas cosas. No debemos pensar que hacemos bien al mismo tiempo que sacamos provecho político personal.

Otro ejemplo de falta de solidaridad y de irresponsabilidad en el tema de la inseguridad alimentaria es la distribución de fertilizantes bajo nombres engañosos como “cosechón”, cuando casi estamos dando placebo. Una fórmula de fertilizante como 15-15-15 significa que en cien libras habrá 15 de Nitrógeno, 15 de Fósforo y 15 de Potasio. Hay muchas fórmulas, según las necesidades del suelo y del cultivo. Se ha entregado a los agricultores fórmulas como 3-2-1, bajo nombres como el mencionado. No puede ser. No debe ser. Ellos trabajan en suelos degradados, en las zonas del corredor seco. Se los damos y no les advertimos. Todo gracias a intereses económicos particulares. Eso es parte de la falta de solidaridad y responsabilidad social. Eso no es empresarialidad.

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