Thursday, February 16, 2012

Con su permiso…


Columna semanal  número seis, publicada en el Diario de Centroamérica del 16 de febrero de 2012.


Corrupción es sustantivo en plural.

El año 2011 dejó en el aire un olor a esperanza. La revolución árabe sorprendió al mundo derrocando y debilitando gobiernos en todas direcciones. Los Indignados de España inspiraron ideas de rebelión por todo el mundo. Sea un problema de deuda pública, de opresión por parte del gobierno, de reivindicación social o cualquier otro motivo, hay un elemento común en las quejas: la corrupción.

Lo que puede diferenciar estas rebeliones de otras que conozcamos en la historia reciente es que por primera vez las acusaciones de corrupción van contra gobiernos y sector privado.

¿Quién corrompe al funcionario público? Digamos que alguien hace fortuna con láminas que supuestamente serán entregadas a los afectados de algún desastre natural. Para hacerse de una comisión por la compra, debe haber quién la pague (un proveedor). Para desviar un envío, alguien que las lleve a diferente lugar (un transportista). Para venderlas en el mercado ilícito, sin factura ni preguntas, un comprador (un constructor, un vendedor de materiales de construcción). No hay lugar a equivocarse, por donde sea, aparece un cómplice que también se beneficia y no es del gobierno.

¿Por qué no se detiene este maleficio? Porque es un mal endémico de la sociedad. El robo de teléfonos celulares florece porque siempre hay compradores. Nadie va a robar celulares, espejos o radios de auto si no tiene quien los compre. Entre tanto, las empresas de telefonía necesitan de una ley para hacer algo que tendrían que hacer por iniciativa propia y simple principio moral: bloquear teléfonos robados. Y de aquí a Katmandú hay ejemplos del enraizamiento de la corrupción en la sociedad, y lo que es peor, su indiferencia.

No necesitamos una revolución a lo Libia o Túnez. Hagamos algo cada día para desinflar la corrupción. Exijamos factura, no compremos cosas robadas o gangas de dudosa procedencia, no ofrezcamos mordida, no compremos contratos con el gobierno. La firmeza de la sociedad hará gobiernos limpios. Al gobierno recién iniciado le corresponde crear y reforzar mecanismos para denunciar y perseguir intentos de corrupción. La CICIG tiene la tarea de desarticular las grandes mafias. El sector productivo debe trabajar en Responsabilidad Social Empresarial por convicción y no como campaña de imagen o mecanismo de evasión de impuestos. Cada cabeza de pirámide institucional del gobierno deben ejercer cero tolerancia, pues la base de la pirámide se entera muy pronto de qué pata cojea el mandamás y se otorga licencia y justificación para hacerse de un botín proporcional a su puesto. Necesitamos comandar una revolución antes de caer víctimas de ella.

2 comments:

  1. Anonymous12:21 PM

    Estimado Byron: Esperemos que el cambio de 13 B´aktun empiece a transformar al hombre, y aunque los cambios no se dan de la noche a la mañana, sino con lentitud, esperemos que ese cambio no se lleve otros 5,129 años, porque el hombre acabará antes con su entorno. Bueno, quizás, los hombres que sobrevivan, inicien una nueva civilización más honrada y humana, por lo menos mientras aprenden nuevas mañas.
    Chente.

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  2. Anonymous4:13 AM

    Totalmente de acuerdo. Pero permítame agregar un "aunque...": ¿Cuántos años llevamos en las mismas? Yo ya no compro películas piratas (y lo hacía), ya no compro celulares robados (y lo hacía, más cuando me lo acababan de robar), tmb dejé de dar mordidas (aunque lo hacía por temor). La llamada Sociedad Civil, de alguna manera a denunciado estas cosas. Y conzco a varios amigos que ya no ceden a esas tentaciones corruptas.

    Sin embargo el sistema sigue podrido en mi opinión y desde que tengo uso de razón -y vaya ya tengo mis años-. La permisividad del sistema, las leyes (privilegios, llamémolas cómo lo son actualmente) a petición de ciertos sectores, los planes de poder y riqueza de los gobernantes de turno, etc.

    Usted menciona la responsabiliad social por convicción. En mi humilde opinión y con todo respeto a su juicio, eso no existe y nunca ha existido (mencióneme un ejemplo en Guatemala). Hacer que un empresario se preocupe por otra cosa que no sea producir riqueza es, como el adagio bíblico, intentar pasar una camello por una aguja del desierto. Pero que los empresarios se preocupen de sus cosas, la corrupción no tiene que ver con eso, aunque, es cierto, también los alcanza.

    La corrupción es un cáncer, que de alguna manera es más evidente en el Gobierno, pero que nos alcanza a todos de alguna manera: comprar en mercado negro, comprar películas piratas, no dar factura, colarse en una fila, contactar a un amigo de gobierno para hacer una cotización a medida en Guatecompras, bular al fisco, etc. Mencióneme un agujero legal y yo le doy una oportunidad de corrupción.

    Totalmente de acuerdo con el comienzo de hacer de uno mismo un ser incorruptible. Eso, por moral/religión/ética/educación/convicción siempre ha estado presente en alguna medida, y, según los filósofos clásicos, de alguna manera el cambio individual generará un cambio social. Me permito cuestionarme: ¿será cierto? ¿cómo, cuándo, dónde y porqué?

    ¿No será que hay que cortar el cáncer de raíz? ¿Usted cree que una ley telofonía celular evitará que nos sigan robando? ¿No será que solo cambiará el objeto del robo? Antes eran los antojos, la billeteras, después los relojes y las carteras, ahora los celulares y la computadoras portátiles, ¿qué será después? dígame que compra y le diré qué le pueden robar. Probado está que la ley de motocicletas (placas en la espalda, etc.) fue un fracaso, no hay un solo arresto ni amonestación, y las estadísticas de robo en motocicleta siguen a la alta. Esa ley solo perjudicó a muchos usuarios de motociletas regulares.

    En general, me gustó su artículo, pero, tengo muchas preguntas y no tengo respuestas. Sí, las mismas de siempre, esas que generan controveria, distintos puntos de vista, opiniones de expertos y propuestas ideológicas distintas. Al final no sé nada, pero el sentido común me dice que algo de fondo tiene que ocurrir, no se qué ni sé cómo, y si enconramos esas respuestas no sé si sean factibles en nuestra realidad actual.

    Al final su mensaje me sirve más a mí como individuo que como parte de este mini cosmos nacional, pero gracias por la relfexión. Espero, amplie sus ideas en otros artículos, ya que su columna se nos hace demasiado corta. De cualquier forma me parecen interesantes sus conceptos, lo leeré regularmente.

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