Thursday, February 23, 2012

Con su permiso...


Columna semanal publicada en el Diario de Centroamérica el 23 de febrero de 2012.


Un invento del demonio

Asmara es la capital de Eritrea, joven país de África del Este  (1991).  El territorio es semi-desértico, por lo que el agua es un recurso muy valorado.  En Guatemala, se menosprecia, descuida y desperdicia.
Para saber cómo es el asunto del agua en un país donde no abunda, hay que saber que río se le llama al lugar por donde baja el torrente de agua después de las lluvias.  Es un lecho seco que recoge el agua que no se infiltra.  En las tierras bajas puede aparecer sin ningún aviso y arrastrar vehículos, personas y animales que por casualidad estuvieran en su camino.
En el hogar, las cosas funcionan más o menos así: usted abre el chorro y llena un balde de agua.  Separa unos tres o cuatro litros para la limpieza personal (usted no se baña sino se lava, lo que significa que ninguna agua se irá al desagüe).  A lo que quedó, añade jabón y junta con la ropa sucia.  Luego de un par de horas, toma el agua jabonosa y la aprovecha para lavar los trastos.  Luego toma esa agua sucia y la vierte en el tanque del inodoro.  Con un segundo balde de agua limpia ha desaguado la ropa lavada y los trastos enjabonados.  Ahora tiene más agua para el tanque del inodoro.  Nadie lo obliga a actuar de esa manera, lo hace por conciencia.
El desperdicio es mínimo porque no se conoce un artefacto como la pila, que cada hogar guatemalteco tiene o anhela tener en la parte trasera de la casa.  Si los eritreos la conocieran, les parecería un aparato diseñado para desperdiciar agua, todo un invento del demonio.
Mientras tanto, en Guatemala seguimos pensando que podemos gastar el agua que se nos dé la gana porque para eso la pagamos.  Nos parece terrible cerrar la llave de la regadera, lavamanos o pila mientras no estamos usando el agua.   Lavamos el auto, la banqueta, regamos la calle y nos parece lindo ver el pequeño río de agua que se forma.  ¡Ah! todo está quedando limpio.
Es bueno aclarar que nadie paga el agua que consume.  Apenas pagamos el servicio de llevarla hasta nuestra casa.  El agua no se puede comprar, es prestada, hay que devolverla al lugar de donde vino para que alguien más la use después de limpiarla.  Lo que pagamos ni siquiera cubre eso, así que los municipios no pueden tratar las aguas servidas o utilizadas.  Los futurólogos dicen que las nuevas guerras no serán por las razones que conocemos hasta ahora sino por el agua.  En estos momentos, Sudán del Sur, país surgido el año pasado, está siendo visto como una amenaza a todos los países de la cuenca del Nilo, pues la construcción de represas en ese territorio dejaría sin agua a varios países.  Hasta atrás de la fila está Egipto, tradicionalmente conocido por la generosidad del Nilo, misma que sustentó grandes civilizaciones.  El agua fresca se agota, pocos se dan cuenta y la mayoría prefiere no enterarse.  Primero viene la comodidad personal y los negocios, como la extracción de madera de las reservas forestales, guardianes gratuitos del agua que no habrá mañana.

1 comment:

  1. Y pensar que en Guatemala, la ley general de aguas lleva 20 años engavetada, porque los unos temen que la privaticen... y los del sector privado... temen que regulen su uso, y perder millones de quetzales diarios...

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