Thursday, February 2, 2012

Personajes de la Sexta: ¿los conoción usted?

Con su permiso...
  Columna semanal número 4, Publicada en el Diario de Centroamérica del 2 de febrero 2012.
 
¿Los conoció usted?

Hace poco un amigo contó una historia de la que hacía parta la sexta avenida de la zona uno y aquello me llevó de paseo por el tiempo.  Las transformaciones de la vía han sido documentadas por fotógrafos de varias generaciones y su metamorfosis no cesa.   Hoy, la avenida que dio origen al verbo sextear  parece gozar de excelente salud.

En mi viaje a la memoria apareció el hombre orquesta.  Era un vendedor de periódicos, bajito, de rostro angulado y picado por el acné, que usaba el pelo largo y andaba descalzo.  Me gustaba su transformación.  Lo recuerdo parado a la entrada del cine Lux, juntas las manos formando una caja de percusión.  Soplaba y producía sonidos diversos.  Con su voz hacía guitarras, trompetas, bajos y quién sabe qué otros instrumentos imaginados en su mente.  La gente se detenía a escucharlo, algunos para disfrutar el espectáculo, otros por humana curiosidad.  No había hora ni lugar para sus conciertos, y no recuerdo que pidiera dinero.  Además,  tenía sentido del humor, muy a su manera.  Con los periódicos bajo el brazo caminaba sin hacer ruido, dibujando curvas entre la gente y sin decir agua va gritaba a espaldas de algún descuidado: ¡Prensa!  Vaya susto.  Sin dar oportunidad a la reacción de sus víctimas, aceleraba el paso.  No reía.   Jamás tuve suficiente  curiosidad para entablar conversación y saber más de él.  

El otro personaje es un limosnero que no me agradaba.  Era un señor gordo, blanco, de cara picada, ciego de apariencia y con los párpados pegosteados.  Se sentaba de rodillas, una mano al frente y la otra deteniendo el antebrazo.  Desconfiaba tanto de él que me tomé el tiempo de vigilarlo.  Su rutina era invariable: girado un poco hacia un lado, quieto como cocodrilo  y cuando pasaba alguna joven con falda, se reacomodaba y movía la mano en la otra dirección.  No siempre tenía puntería, pero es más que metáfora decir que no se iba con las manos vacías.  Tendrán que creerme que durante un viaje a México, lo encontré frente al teatro de Bellas Artes.  Erecto y de rodillas, inclinado hacia un lado y girando el cuerpo en busca de calor y textura.

Y como la realidad es más poderosa que la ficción, he aquí  el clímax de la historia: Creo que fue en la colonia Quinta Samayoa de la zona siete donde un familiar mío lo encontró por casualidad.  Conversando con los vecinos, confirmó que era el hombre de la sexta avenida y que no vivía solamente de la limosna.  También era prestamista usurero.  Poseía varios inmuebles en la zona pues era implacable en el cobro de su capital.

Un hombre pobre regalaba lo poco que tenía, y un miserable con dinero tomaba y arrebataba cuanto podía.   Ergo: la avaricia no tiene conciencia de clase.   

¿Recuerdan algún personaje de la sexta que les haya dejado una lección de vida?  Si comparten sus recuerdos, prometo buscarle espacio a algunos de ellos.

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