Wednesday, August 12, 2009

Análisis crítico del Colegio y sus perspectivas a futuro. (parte 2 de 6)

2. Democracia imperfecta

El segundo elemento de análisis es la democracia imperfecta. Esto significa que las decisiones no son tomadas por la mayoría. Este asunto, en nuestro caso, llega a niveles de alarma máxima.

En primer lugar, la afiliación no se da según lo manda la Ley de Colegiación Profesional Obligatoria. Las justificaciones son diversas, y las más comunes son:

-El Colegio no me da nada, no me ayuda ¿por qué voy a pagar?

-En el trabajo no me lo exigen, así que, ¿para qué?

-¿Por qué voy a seguir pagando, si no estoy trabajando?

Como ya se dijo, somos reflejo de la sociedad en general, y la sociedad guatemalteca toma las leyes como si fueran cursos optativos. Cumplimos sólo aquello que nos conviene o conlleva inminencia de castigo. De esa manera, no importa que la colegiación activa sea obligación legal, algunos nos auto-otorgamos el derecho de cumplir sólo si le vemos conveniencia

El problema de esto para la democracia gremial es que por ley, las decisiones que de una u otra manera habrán de afectar a hombres y mujeres en ejercicio profesional (entiéndase: colegiados o no) son tomadas por los colegiados activos, más o menos la mitad de graduados. Eso dice la ley, y así debería de cumplirse.

Si para fines prácticos asumimos que los activos son el cincuenta por ciento, la democracia ya salió lastimada. Y esto no se queda ahí: las decisiones en Asamblea General no son tomadas por la totalidad de colegiados activos. La apatía es del nivel de las más pobres democracias. Con la petición de que me corrijan las autoridades competentes si me equivoco, afirmo que las decisiones se toman por no más del cinco por ciento de los activos, es decir, dos y medio por ciento de los graduados.

Por esa razón, el gobierno del Colegio no es ni puede ser democrático. La democracia es apenas un simbolismo, y esto es culpa de todos (para no estar repitiendo todos y todas).

La situación es peor aún cuando ni siquiera ese cinco por ciento de colegiados activos es tomado en cuenta para algunas decisiones importantes. Decisiones que debieran ser tomadas por la Asamblea se adoptan por juntas directivas u otros órganos del Colegio.

Por otra parte, se dan situaciones en que una sola persona toma decisiones en nombre de todos. Esto excede por completo la tolerancia de una democracia en desarrollo. Este caso se da en los espacios de representación del Colegio ante instituciones externas (FAUSAC, CSU y RIC hasta donde recuerdo). Esto no constituye ninguna crítica personal –es importante que no se tome de esa manera- y debemos admitir que el papel del Colegio se limita a que una minoría (los pocos que lleguen a la Asamblea) elija a un representante de todos. De ahí en adelante, es asunto de quien haya sido electo. No es común la rendición de cuentas a la Asamblea, la consulta de decisiones importantes, el seguimiento a la conducta y las decisiones de los o las representantes. Todo esto queda como prerrogativa personal y a conveniencia. Y esto, nuevamente, es culpa de todos.

Parte importante de una democracia sana es la auditoría social (quizá la solución al problema citado en el párrafo anterior). Ese es otro aspecto en el que tenemos un déficit enorme, porque no están establecidos mecanismos propios para esta auditoría, y el sistema es obstructivo para que prosperen iniciativas de voces discordantes.
Por último (sólo para no aburrir en este punto), estamos en una situación tan crítica que existe el riesgo de que el patrimonio del timbre (casi noventa millones de quetzales) sea hecho piñata, chinchilete. ¿Cómo? Pues por cualquier interés que sea (de su provecho, por supuesto) organice tan solo treinta colegas leales (bueno, con idénticos intereses…) y dele vuelta al asunto en una Asamblea. En una Asamblea General, 30 votos le garantizan la victoria, gracias a la apatía reinante. De esa manera, se podrían llegar a aprobar barrabasadas con ese precioso patrimonio colectivo (que es también de los inactivos porque al reintegrarse recuperan derechos). ¿No es posible? ¿Exagero? Seré muy feliz si es así. La participación en Asambleas es tan raquítica que con poco se monta una revolución para que se imponga el criterio de que el Timbre debe darnos muchos beneficios hoy, no al futuro.

¿Qué clase de democracia tenemos, entonces?

La democracia no es responsabilidad de las juntas directivas. La democracia es el gobierno de todos, y por responsabilidad (o mejor dicho, irresponsabilidad) colectiva, el Colegio es una democracia de fachada.

CONTINUARÁ con tema 3: Latencia bacteriana, con activación electorera…

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